18 feb 2014

Entre cosas extrañas y fenómenos inexplicables III

Hola amigo mio, de nuevo aquí contigo. Espero sepas perdonar la demora, una vez más, en atenderte pero es que he estado muy ocupado negociando con el virus de la gripe a ver si lo convencía para abandonar, de forma pacífica y ordenada, este cuerpecito mio y que el muy cabr... había tomado al asalto, sin previo aviso, permiso, ni consideración alguna.
Aunque en un principio, cual alcalde engreído y prepotente, me planteé el uso de medidas drásticas, tras una profunda reflexión abandoné la idea, están los ánimos muy caldeados y lo último que me conviene es que se me líe la de Gamonal en el organismo y acabe con mi "bulevar de los sueños rotos" hecho unos forros... Aún nos quedan algunos flecos sueltos en la negociación pero al menos ya hemos establecido una hoja de ruta que, si bien no satisface por completo a ninguna de las dos partes, ambas nos hemos comprometido firmemente en respetar.

Así que, sin más dilación, vamos con lo que nos ocupa.

Si no recuerdo mal, tras hablar del jabón  y de Ella (y ese halo que la rodea), habíamos quedado que hoy trataríamos de entender, tu incierto futuro jabonero pasa irrevocablemente por aquí, cómo es posible que precisamente a Ella (y a ese halo que la rodea) no le gusten, o mejor dicho no le gusten ni un poco, tus maravillosos jabones.

Algunas cosillas que deberías haber hecho y que por supuesto no hiciste.

1 - Si por fin se te ocurre algo sensato y tu primera opción es la de hacer un jabón con aceites reciclados destinado a la vajilla, lo tienes muy, pero que muy fácil:
Friega tu los platos y no sólo hoy, no. Friégalos ya para siempre, y si de paso le dás a la vitro, los azulejos, la encimera, el suelo, paredes, techo, alacenas y demás accidentes geográficos de ese inhóspito continente aún por descubrir, al menos para ti, que es la cocina (me río yo de Pangea), pues mejor que mejor.
Ya puesto, y aprovechando que el desconcierto generado obra a tu favor, ¿que tal si sigues con el resto de la casa? Habitaciones, baños, cristales, niños, abuelos, mascotas... Tal vez sea un buen momento para cambiar esa bombilla del pasillo que hace tres años que está fundida y que dijiste que repondrías en cuanto acabase el partido...
Otra buena idea podría ser que pongas la lavadora sin preguntar por donde se introduce la ropa.
Y ya lo máximo sería si "sutilmente" te enteras de que le apetece cenar, evitas comentarios del tipo: "Joer, eso no lo comen ni los conejos", lo preparas, se lo sirves es el sofá mientras Ella (y ese halo que la rodea) ven tan agustito, con sublime devoción, profusa llorera y una vez más "Los puentes de Madison".
Perfecto, casi lo tienes, sigue así y que no se te olvide volver a fregar los platos de la cena y, una vez terminado, si no tenéis que iros corriendo al hospital, tu al traumatólogo debido a que tu exquisito dolor de espalda amenaza con ponerse en pie de guerra si persistes en tan inusitadas, sorpresivas e ingratas tareas; y Ella (y ese halo que la rodea) al neurólogo, pasando por el psicólogo, para derivar en psiquiatría y después, para terminar, vuelta a empezar, debido a la apoplejía causada por tu irreconocible nuevo tu.
Apoplejía agravada en este caso por un fuerte ataque de Sindrome de Tourette*, olvidado ya por todos y que se manifestó por primera y única vez (hasta ahora) cuando siendo niña asistió confiada, cándida e inocente a la trágica muerte de Chanquete... ataque que sólo se arregló cuando la abuela le arreó un sopapo.
Pero esta vez no hay abuela y sin tan ilustre señora a ver quien es el valiente que se acerca, porque encima cursa con fuerte Coprolalia, que tu siempre pensaste que era mala leche reconcentrada y que hoy te enteras que es una patología muy a tener en cuenta, mirándola a Ella no hay ninguna duda de que así es, y que hasta tiene nombre y todo.
Pues si no tenéis que ir al médico, como te decía, mírala a los ojos cual Robert Kincaid (Clint Eastwood) y dile muy pausadamente y con cara de fotógrafo del National Geografic estreñido: "Cariño, que guapa estás hoy, ven aquí que te voy a hacer un masaje en los pies..."
Si eres capaz de hacer todo y además contener ese gesto involuntario que se te escapa cuando estás nervioso y que consiste en sacarte pelusillas del ombligo, una de tres:
  • O te suelta un guantazo como el de la abuela (los genes son los genes), porque cree que en realidad no eres tú, si no un extraterrestre disfrazado de ti y con "vete tu a saber" que obscuras y perversas intenciones.
  • O le da un infarto (a sumar a la apoplejía, el Tourette y la Coprolalia) porque cree que en realidad eres tú, pero que te está afectando algún tipo de virus o microorganismo extraterrestre con "vete tu a saber" que obscuras y perversas intenciones.
  • O bien, y aunque sea la más remota de las tres opciones es la que más nos interesa, te la has ganado para tus bussines jaboneros...al menos de momento.
 Que la suerte te acompañe.

Continuara...***



El Síndrome de Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico, posiblemente heredado, con inicio en la infancia, caracterizado por múltiples tics físicos (motores) y vocales (fónicos).
** Coprolalia: uso involuntario de palabras obcenas.
*  ** del Blog de Amparo Calandín  coleparapadres.blogspot.com.es

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